martes, 17 de septiembre de 2013

Mi mejor amigo

Esperando que estés en la inmensidad
Marko es mi nombre, sí, con K y no con C porque mi mamá así lo quiso, creo que me quería diferenciar de alguien, no sé de quién. Desde muy pequeño me consintieron muchísimo, creo que fui el primero y el único de mi especie hasta ahora en la familia. Nací en una tierra hermosísima de la que recuerdo siempre su amplio cielo. Llegué a casa mediante engaños, pequeñas mentirillas blancas que mi mamá tuvo que hacer para que me aceptaran, aunque al final terminaron amándome como locos, lo sé. Me convertí en ese pedacito de  la inmensidad que mi familia dejó atrás, la nostalgia que producen a veces las malas decisiones. Fui testigo de alegrías y grandes necesidades, sin embargo, nunca me faltó afecto, es raro pensar en eso, desde el lugar donde me encuentro ahora. Es irónico. Todo esto lo recuerdo nítidamente pero en blanco y negro, escalas de grises que rememoran momentos de felicidad. A medida que fui creciendo aprendí a reconocer lo bueno de lo malo, hay gente buena y gente mala, comida buena, comida mala, costumbres buenas y costumbres malas, en fin, la percepción de los seres humanos, generalmente, se dividen en lo que es bueno o es malo. Estuve a punto de morir, gracias a las malas acciones de unos, pero afortunadamente pude librar esa batalla.

Desde entonces me convertí en el centro de atención de la casa, pero luego de un tiempo comencé a notar que la casa se quedaba vacía, pensé que me llevarían, hasta que un día me llevaron a casa del señor fastidioso y casi gracioso que se la pasaba molestándome, lo odié esos días. Nunca me fueron a buscar y luego este señor me llevó a casa de otro señor peor que él que me abandonó porque no lo defendí de unos ladrones, ¿Acaso yo era policía?, yo también me asusté. Ahora vivo en todos lados, acompaño a Ramón a hurgar en la basura, él me cuenta cómo era su vida cuando tenía familia, cuando todavía era alguien "bueno" con los demás. Yo veo en Ramón lo que nadie más ve; él es víctima del destino y de la omisión de algunos ¡Pobre diablo!.

Hace tiempo ya me siento extraño, Ramón ya no me ve casi, no me presta atención, es como si no pudiera verme, es extraño, antes la gente me corría donde estuviese y me miraban con recelo, ahora soy invisible. Desde que comí aquel delicioso plato que me dio la enemiga de Ramón tengo esa sensación de invisibilidad. Me sentí mal unos días, vi llorar a Ramón pero no entendía nada de lo que sucedía. Hace más de seis años que no sé de mi familia, dejaron de quererme, supongo, yo no los olvido, como tampoco olvido al malagradecido de Ramón. Hoy amanecí con un sueño insoportable, poco a poco se cierran mis ojos solo puedo divisar a Ramón que se aleja sin voltear la mirada.

1 comentario:

  1. Muy conmovedor. Excelente cierre, me encantó. Los amores que nunca se olvidan, los que permanecen en el corazón marcando nuestro camino. =)

    ResponderBorrar