viernes, 23 de agosto de 2013

¿Sociedad o suciedad?

Vista 
En la sociedad donde vivo hay un mal que ataca a todos los que la conforman. Es una extraña enfermedad que hasta hoy los científicos más calificados no han dado con la cura. Es raro, pero una de las hipótesis dice que la cura está en el ejercicio de la buena voluntad, en la sinceridad, en los "buenos valores" que nos inculcan durante nuestra crianza; a pesar de que sabemos que no se trata de un padecimiento físico, ha alcanzado lugares inimaginables, su primer síntoma es la hostilidad. Esta enfermedad no es localizable en ningún órgano del cuerpo pero lo utiliza como robot para ejecutar sus deseos. Esta enfermedad como todas las enfermedades tiene un humor perverso y retorcido, se manifiesta de manera muy cruel, sin embargo, parece no molestar mucho a esa sociedad que camina resignada día a día, cumpliendo con la rutina acordada, ¡bendita rutina! o ¿maldita, debería decir?. 

La enfermedad de la que les hablo es un huésped mal agradecido que con el pasar del tiempo acaba con su anfitrión. Otra hipótesis sobre su origen propone que se originó con la política de este país, esa que lo alimentó bastante durante los últimos 15 años. Desde entonces el caos se ha vuelto pan nuestro de cada día y es como el cafecito de las mañanas, lo primero que saboreamos al levantarnos. Un profesor un día nos dijo -¿Ustedes creen que el apocalipsis viene en camino?, ¿no se dan cuenta que se instaló desde hace rato?- y es verdad, cada día que transcurre me confirma que vivimos en un apocalipsis perenne. El infierno dejó de estar en el subsuelo desde hace varios años y emergió con sorna. 

La sociedad (o debo decir, la suciedad) en la que vivo tiene algo de diabólica, de ridícula; la enfermedad la ha insensibilizado, lo increíble es la realidad y lo sensato es lo inverosímil. El ciudadano promedio vive una disyuntiva diaria, no sabe si reir o llorar pero prefiere reir para que el dolor no golpee tan fuerte. Una bestia deforme controla los poderes, y sus tentáculos son infinitos, tejió una enredadera donde el principio el fin son indeterminables. La enfermedad te ata los pies y no te deja caminar, su invisibilidad es su punto fuerte y no sabes cómo atacarla, creo que hay que rendirse, buscar otros horizontes. Si de algo nos sirve vivir en esta sociedad es para aprender a diferenciar entre los distintos tipos de mierda y también que unas son mejores que otras.

El caos me llama y no puedo continuar escribiendo estas líneas que muchos ignorarán porque la enfermedad ya los ha contaminado por completo, sin embargo continúo pensando en cuándo retornaré a mi refugio de la soledad, donde la única decepción será mi propia existencia, al menos ese es un gran consuelo del que me apego diariamente. 

jueves, 8 de agosto de 2013

La ciudad fantasma

Esta ciudad habita en mi mente, en un recuerdo. Es un lugar privilegiado de mi memoria que únicamente evoca nostalgias, sé que en el fondo ya no existes que tu tiempo ya expiró, sin embargo continúo pensandote cada segundo de mi vida, eres mi punto de referencia obligado. Me brindaste el paisaje de mis primeros años de conciencia, el terreno donde sembre las raíces que aún se adhieren a tu cuerpo. Nadie entiende este sentimiento, es intransferible y al exponerlo suena a canción repetida, a más de lo mismo; para mí eres mucho más que eso. La ciudad fantasma es un abismo que divide mi experiencia de vida en dos, inevitablemente lo tengo que referir a quien no me conoce. En la ciudad fantasma el cielo y la llanura parecen ser uno solo, la sensación de amplitud y tranquilidad es incomparable, esa es la ciudad que vive en mi memoria. Por otro lado, subsiste la ciudad real que es una desconocida para mí, yo me quedé en el pasado, en un tiempo remoto que lamentablemente no se repetirá jamás. En la ciudad fantasma también se quedaron los habitantes fantasmas que igualmente pertenecen al reino de mi memoria. ¿Me recordarán como yo a ellos?, no lo creo, me gustaría pensar que sí. 

En la ciudad fantasma dejé cuestiones inconclusas, cosas que pudieron ser, no sé si buenas o malas pero sucesos potencialmente importantes para mí. Al abandonarte adquirí una condición que me acompañará toda la vida, la de eterna errante, insatisfecha por cualquier espacio que no seas tú. No todo ha sido tan malo, te confieso, personas y sucesos maravillosos acontecieron en tu ausencia. Eres como el mal amante que no deja ser feliz al otro desde la distancia.

Inevitablemente el mundo sigue girando, debemos continuar pese a cualquier dolor, vivo con uno desde mi partida, tus habitantes no saben apreciar tu imponente belleza, muchos dicen que estás muriendo. Te han ultrajado tantas veces que ahora quedan vestigios de tu hermosura. Te quiero agradecer por acobijar a mis padres  como si fueran tuyos; desde la nostalgia te admiro, el desplazamiento me hizo quererte aún más. Gracias por ser el terreno fertil que aún abriga mis semillas.

sábado, 3 de agosto de 2013

Un siglo y un año

DOÑANA
Un siglo y un año han pasado desde tu primera mirada a este mundo, desde entonces has luchado fuertemente, sólo tu amplia memoria puede relatarnos eso. ¿Por cuántas cosas has pasado? ¿Qué esperabas de esta vida? ... tus relatos son fiel evidencia de que la experiencia es lo esencial de la vida, los recuerdos, lo vivido. Pocos te valoran por eso, creen que eres una novedad, un caso extraño que merece relatarse en el periódico, pero nadie se detiene a preguntarme cómo te sientes. Tu tono de voz dulce me enternece, por alguna razón, me lleva a un lugar cuando pequeña, me ofrece seguridad, tus palabras son  suave melodía, sabiduría en estado puro.

En un siglo y un año muchas arrugas han adornado la hermosura de tu rostro, seguramente detrás de ellas hay muchas historias que contar, una dicha para quien las pueda oír. Esos ojos azules que embellecen tu cara han visto lo que nadie jamás podrá ver; tu corazón ha soportado como todo un valiente los golpes de la muerte, fría e invisible, no te ha privado de ese dolor, sin embargo, has salido airosa, a ella no le temes.

Un siglo y un año de duros caminos que has transitado con tu propio esfuerzo, eres ejemplo de constancia, lo que tú has aprendido no puede ser comparable con ninguna carrera o posgrado, eres enorme, tanto que a muchos le eres ininteligible. Doña, como muchos te llaman, me hubiese gustado tener mejor posibilidades y atenciones para ti, sé que no leerás esto, que no responderás a mis preguntas, pero sé que te sientes plena, fuerte aún, quisiera tener todo eso, regálame un poco de constancia que estos últimos días me ha fallado un poco; contágiame de tu optimismo para poder decir como tú que "Nada es imposible".

Sólo quería decirte, ¡feliz cumpleaños! y espero verte pronto para recostarme sobre tu regazo y relates, una vez más, el día de mi nacimiento.